lunes, 23 de junio de 2008

PORTISHEAD

REGRESO TRIUNFAL

El escenario es el habitual en una promoción coincidente con un macrofestival: En un hotel de lujo de Barcelona, a escasos metros del Fórum, un puñado de periodistas esperan riguroso turno para hablar con Portishead. La sensación de caos se acrecienta en el presente caso, porque el trío de Bristol (en realidad, dúo, ya que la vocalista Beth Gibbons no habla con la prensa) concede las entrevistas en el mismo espacio que MGMT, el nuevo hype pop americano. Geoff Barrow y Adrian Utley (quien responderá finalmente a nuestro cuestionario) atienden a los medios para hablar del sobresaliente Third, su tercer álbum de estudio y el primero que graban en diez años, muy pocas horas antes de ofrecer el primero de sus dos conciertos triunfales en el festival Primavera Sound.
—Tras diez años de silencio, ¿os habeis sentido presionados a la hora de confeccionar Third?
—En todo caso, si sufrimos alguna presión fue interna. Queríamos hacer un buen disco, y la verdad es que no nos importaba lo que pensaras los demás. Ahora la cosa es diferente, porque lo estamos mostrando al mundo y nos encantaría que a la gente le gustara, que entiendan lo que hemos intentado hacer. Pero cuando estás trabajando, intentas disfrutar de lo que estás haciendo. La presión no es una de las fuerzas motrices para nosotros a la hora de hacer música.
—En una década, la industria del disco ha cambiado enormemente. ¿En qué lo habeis notado?
—Lo que está pasando es interesante, aunque resulta complicado desentrañar su significado. En estos momentos, gran parte del trabajo se desarrolla en internet. Es parte de nuestra vida. Hace diez años, estaba empezando a imponerse, pero hace sólo quince prácticamente ni existía. Eso lo ha cambiado todo en el entorno de la musica. Myspace está poniendo de manifiesto que las compañías de discos pueden no ser necesarias, y eso ha asustado a la industria. Las técnicas han evolucionado y han demostrado lo estúpido de su trabajo. Todo se cuestiona actualmente, y creo que eso es bueno. Vivimos en una situación caótica. Third estaba colgado en la red ocho semanas antes de que se publicara. Es un problema, porque no podemos vivir de la nada. Ha cambiado el valor de las cosas. No hablo de dinero, pero es evidente que debemos buscar un modo de continuar haciendo música. La industria está cambiando, eso está claro.
—En mi opinión, el disco es bastante oscuro. ¿Refleja vuestro estado anímico durante la grabación?
—Estoy de acuerdo, y es una consecuencia de cómo nos sentíamos haciendo música juntos nuevamente. La frustración por haber pasado tanto tiempo carentes de creatividad. No encontrábamos las respuestas que buscábamos. Por otra parte, a nivel político, el mundo está realmente jodido. Todos los días pasan cosas que no deberían ocurrir. En Inglaterra, la situación política es lamentable. No nos sentimos especialmente felices, y es lógico que eso se refleje en las canciones. Ahora tenemos hijos, y el futuro no parece halagüeño. Lo que ocurre a nuestro alrededor influye en lo que escribimos y en cómo suena.
—¿Podría decirse que Third es un disco político?
—Cuanto más hablo de ello, más cuenta me doy de que es así. Creo que el álbum es un reflejo de nuestro descontento político.
—Quizá por eso es también bastante triste.
—Sí, aunque nuestra música siempre ha sido muy emocional y ha desprendido cierta tristeza. Es algo que tiene que ver con el hecho de usar acordes mayores o menores. Los menores se asocian con la tristeza, y los mayores con la felicidad. Nuestro objetivo era escribir música triste usando acordes mayores.
—Canciones como Machine gun y We carry on tienen unos ritmos que remiten el krautrock. ¿Ha sido una de las referencias mientras grababais?
—Absolutamente. Geoff es un gran seguidor de Can. Pero es un género que nos ha interesado siempre. Llevamos años citando a Silver Apples, una banda electrónica americana. Y a The Human League, especialmente en sus discos primerizos, que usaban la electrónica de un modo muy interesante.
—En ese caso, imagino que también os interesa lo que hizo B.E.F. (British Electric Foundation), el grupo que montó Martyn Ware cuando se marchó de The Human League, previo a la creación de Heaven 17.
—No les conozco. ¿Y dices que estaba Martyn Ware? Pues tendré que buscar sus discos. En aquella época se hizo mucha música interesante. Obviamente, todos habían escuchado a Kratwerk y a otros grupos electrónicos primitivos, que también han sido una influencia importante para nosotros.
—Lo llamativo es que el disco también incluye un tema de corte folk tan diferente del resto como Deep water, sostenido casi únicamente por la voz de Beth y un ukelele, y sin embargo, el álbum tiene una cohesión sorprendente.
—Era lo que buscábamos, y por eso nos hemos tomado tanto tiempo para grabar. Hemos discutido cada detalle hasta conseguir un disco de sonido global. Escuchando Silence y Hunter, las dos primeras canciones, parece que entras en mundos diferentes, y por eso las referencias son múltiples. Hunter tiene un poco de Black Sabbath y un poco de Steve Reich. Muchas cosas distintas en busca de un resultado común. La idea era que el disco fuera como un viaje sonoro.
—¿Sois conscientes de la importancia que ha tenido Portishead en los últimos quince años?
—No pienso mucho en ello. Hemos vendido muchos discos, la gente ha venido a vernos, hemos generado un sonido que otros han reproducido... Supongo que sabemos que hemos tenido cierta importancia. Imagino que todo disco que obtiene una gran repercusión mundial tiene algún tipo de influencia en el futuro, de un modo u otro.
—Un curiosidad final. Técnicamente, Third (Tercero) es vuestro cuarto Lp. ¿No contais el directo Roseland NYC Live?
—Sí, pero es un disco en vivo integrado por canciones pertenecientes a los dos primeros. Pensamos que Roseland NYC Live tiene entidad por sí mismo, y estamos muy orgullosos de él, pero está más conectado con los otros dos, mientras que Third contiene material nuevo grabado en estudio.

En 2008 no sólo regresa Portishead. Massive Attack y Tricky, los otros dos nombres clave de la escena de Bristol en los noventa, y por ende, del trip-hop, también editarán material nuevo en breve. Los primeros, cuatro años después de la banda sonora Danny the dog. El segundo, cuando se cumple un lustro desde Back to mine. ¿Resurge la ciudad británica? «Es cierto que ambos discos saldrán este año», admite Utley. «Pero se trata de una coincidencia. Massive Attack ya han terminado el suyo, y están de gira. A Tricky hace años que no le veo, pero siempre ha sido muy prolífico. Lo raro era que llevara tanto tiempo sin publicar nada. No he escuchado nada de esos discos todavía». En cuanto a sus planes de futuro, parece que sus seguidores no tendrán que esperar otra década para escuchar la continuación de Third. «Ya estamos pensando en grabar otro Lp. Hemos dado un gran paso, así que primero vamos a acabar la gira actual y después nos ocuparemos de otras cosas que son prioritarias, porque todos tenemos familia. Pero nos pondremos pronto a trabajar en nuevas composiciones». Falta saber si Third engendrará una descendencia tan numerosa como Dummy, su influyente debut. «Sería interesante comprobarlo, porque cuando publicamos Dummy nos sonaba como si fuera un disco antiguo, y no sospechábamos que fuera a tener tanto éxito». De hecho, aunque han evitado grabar un disco al que se pudiera colgar la hoy desnaturalizada etiqueta trip-hop, Portishead no reniegan de su pasado, y los dos conciertos que ofrecieron en Primavera Sound fueron pródigos en temas de sus todavía vigentes primeros álbumes, como Cowboys o Wandering star. Es la ventaja de ser unos clásicos en vida.

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